O militante revolucionário, educador popular, poeta, cinéfilo, intelectual, professor universitário e pesquisador Oscar Rodriguez Pérez nos deixou no último domingo, 13 de fevereiro de 2022. Leia abaixo o texto em homenagem ao integrante da Rede Amlat, escrito por Alí Ramón Rojas Olaya.
El último druida
A Oscar Rodríguez in memoriam
San Blathmac fue un monje irlandés de la Edad Media. Nació alrededor del 750. Fue muerto y se convirtió en mártir en Iona, alrededor del año 825. Su biografía fue escrita por Walafridus Strabo, el abad benedictino de Reichenau, en forma de poema hexámetro. Blathmac, escribió un poema en el que dice que Jesús fue “…mejor que un profeta, con más conocimientos que cualquier druida, un rey que fue obispo y un completo sabio”. Este poeta, convertido al cristianismo, habla de los druidas, es decir, de aquellas personas de la clase sacerdotal en Gran Bretaña, Irlanda, norte de España, la Galia (Francia y norte de Italia), y posiblemente otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro, e incluso antes, cuya función podía ser sacerdotal, como lo era en Irlanda, o profética, como ocurría en Gales, en cuyo caso se decía que estaban imbuidos de la awen (“inspiración”) que también actuaba en los bardos que se cobijaban en la covacha del huésped donde eran convocados duendes que druidaban la ronda de los epílogos.
Tras la invasión de la Galia por el Imperio Romano, el druidismo fue proscrito bajo el mandato de los emperadores Tiberio y Claudio en el siglo I después der Cristo, y acabaría desapareciendo de los registros escritos alrededor del siglo II. Con la romanización, los últimos druidas auténticos desaparecieron, y con ellos sus enseñanzas y conocimientos. Aquellos que, siglos más tarde, reivindicaron el título de druida para sí no eran ya más que simples brujos o adivinos.
Los registros más antiguos sobre los druidas provienen de dos textos griegos de alrededor del año 300 antes de Cristo: uno fue una historia de la filosofía escrita por Soción de Alejandría, y el otro, un estudio de la magia que fue atribuido incorrectamente a Aristóteles. Estos mencionan la existencia de druidas o sabios pertenecientes a los keltois (celtas) y galatias (gálatas o galos). En ambos textos se habla del nacimiento del último druida que nacerá al otro lado del mundo, más específicamente en el Caribe en el siglo XX y dejará una impronta a la humanidad en el siglo XXI.
El último druida, oloroso en la envoltura del desparpajo, cruzó desventuras por huracanes que soplaban por atajos de celtas y deambulaba tenaz, indescriptible por la fusión de olas voraces entre rocas y cumbres. Solía oír canciones que caían del cielo mientras cambiaba el semáforo. Su guarida es un rancho espiral donde se comen sentidos y se beben significados. Era imposible bloquear la bravura de su sangre druida porque era como la cascada en el mármol de la muerte. Siempre entremezcló la vida con algas que surgían escoltadas por la embriaguez del alba para saciar la sed de todas las incomprensiones. El último druida es un soldado cuya ausencia física origina en soledad sombría. Sus letras valúan lo fascinante, atisban locura y remolino, moran en las caracolas y entregan a Merlín la forja de su emblema.
Alí Ramón Rojas Olaya
Caracas, 14 de febrero de 2022.